Desde que era niño, Orson Welles había sentido una gran admiración por William Shakespeare. Durante sus años en el teatro, el cineasta llevó a los escenarios varias adaptaciones de sus obras y, finalmente, en 1948, Welles decidió abordar la adaptación a la pantalla de uno de sus dramas más conocidos: 'Macbeth'.
El director había convencido a una modesta productora llamada Republic Pictures para que financiara el film, y lo hizo aceptando un reto personal que servía de paso para echar por tierra su fama de derrochador: hacer 'Macbeth' con un presupuesto de sólo 700.000 dólares, y rodarla en sólo 23 días.