Cuando se comprende en profundidad que para vivir en plenitud no es necesario esforzarse para mejorar un yo personal que realmente no se es (ni nadie lo es), ya que cualquier segmentación de la vida es distorsión e irrealidad, se vivencia la dicha de saber que no hay que resolver lo que nunca ha podido complicarse: Ser. Y, una vez uno descansa en lo que ES no hay contradicción que perdure, sólo hay paz, amor y eternidad... despertar a la verdad... unicidad de vida... esencia santa... bendición.