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Teóricamente todos los seres humanos somos iguales. Teóricamente tenemos los mismos derechos. Teóricamente somos libres amigas y amigos internautas de nuestras "Letras Encadenadas" es en teoría, pero ¡ay, en la práctica! Desgraciadamente no es así, porque en la sociedad teórica y avanzada de este siglo XXI hay tarugos y borregos, que se creen en este precioso Planeta Tierra los más guapos, los más grandes, los más hábiles y mejores en todo. Pertenecen a la raza blanca y miran con desdén y desprecio a los diferentes. No admiten ni por asomo que humana y profesionalmente los de otras razas les hagan sombra, porque ellos consideran a otros seres humanos iguales a ellos sus esclavos, sus criados, a los que hay que pisotear, humillar... Todavía están en nuestras retinas los tristes y espurios sucesos acaecidos en un campo de fútbol. Los cerebritos de esos malnacidos, que insultaban a un determinado jugador no concebían que fuera mejor que ellos. Esto no ha sido ni mucho menos un hecho aislado, sino todo lo contrario. Bajo el paraguas cobarde de la masa se amparan aquellos-as que tienen el llamado derecho de pernada para insultar y despotricar. El deporte -espectáculo era, es un lugar donde bastantes inadaptados y acomplejados vomitaban sus frustraciones a los integrantes del equipo rival a quienes consideraban sus enemigos. Más si eran de otras razas. Yo creo que el ser humano es por naturaleza racista y excluyente. Pero ¡qué barbaridad! Acaba de decir usted Miguel Ángel. Lo que ustedes quieran. Yo he conocido y vivido décadas atrás en que la gente en España miraba a una persona de raza-me resisto a llamarla por su color- oscura de forma extrañada, descarada, insultante y maligna. El ver a una pareja compuesta de una raza diferente y blanca resultaba extraño y antinatural para muchos-as. Estando en un colegio religioso a los que igual que yo les llamaban «los negritos». Sí, el blanco margina, ningunea a los negros éstos también lo hacen con los que no pertenecen a su tribu. Por ejemplo, hutus y tutsis. Los árabes igual: siies y chiitas..., y así le podía dar innumerables ejemplos. Los que estamos en plena sesentena hemos sido educados con tendencias racistas. ¡Vaya, hombre! Miguel Ángel otra barbaridad que ha dicho usted. ¡Menuda tarde lleva! Diciendo tonterías de gran calibre. Es que realmente es así. A mí nunca me dijeron-se lo aseguro- que los de otras razas eran iguales que yo. Diríamos que me dieron una educación de color blanco. Con el transcurso de mi existencia lo he ido normalizando, concienciándome y siendo receptivo y sensible a que somos diferentes en la piel, pero iguales en los sentimientos, en la forma de ser. Es bastante paradójico por otra parte, que mirásemos de forma rara a los de piel oscura cuando España tenía una colonia en plena África: Guinea Ecuatorial, y que en mi clase de segundo de bachillerato había una persona de tez oscura. Se llamaba Bautista Zamba. Nunca se me olvidará. Era muy bueno jugando al balonmano. Últimamente nos vienen recordando a los españoles las tropelías que nuestros antepasados hicieron «al otro lado del charco». Esto es cierto hasta cierto punto. Había otros ciudadanos blancos de, por ejemplo, la Pérfida Albión, los tulipanes, que la armaron a base de bien en una región africana situada en su parte meridional. Concretamente en un país, que mucha gente conoció de su existencia, porque allí España ganó su hasta ahora único mundial de fútbol. Ya saben de quien hablo. Sí, efectivamente: Sudáfrica. Este precioso y hospitalario país sufrió durante muchos, muchos años unas de las feroces y denigrantes situaciones el «apartheid» por parte de miserables anglosajones y Boers, que eran descendientes de los holandeses que llegaron allá durante el siglo XVIII y XIX. Ellos se adueñaron de todo y consideraron a la mayoritaria población de color como sus siervos, a los que recluyeron en auténticos e insalubre guetos. Uno de los más famosos fue el de Johannesburgo. Una de las tribus más antiguas de la Historia de la Humanidad: la zulú no estuvo excluida de ese ninguneo, sino todo lo contrario. Una sensacional escritora: BEATRIZ BERROCAL ha creado, escrito y plasmado en una maravillosa y humana novela infantil bautizada como "RÍO ROJO", que ha obtenido unánimemente el XXXII PREMIO ALA DELTA 2023 de LITERATURA INFANTIL. Ilustrado hermosamente bien por VERÓNICA ARANDA y editado magníficamente bien por la fabulosa editorial EDELVIVES, que auspicia y patrocina este afamado y prestigioso galardón. "RÍO ROJO" que nos habla de los que en algún lugar de este comentario o reseña les he venido diciendo. Evidentemente muchos sucesos son ficción, pero que para nada están alejados de la realidad: el que una minoría se arrogue todos los derechos y recluya a una minoría. Ese «apartheid» es a todas luces injusto, inhumano y sectario. Más o menos lo que hizo el imbécil de IAN SMITH en la vecina Rodesia. BEATRIZ BERROCAL crea una serie de situaciones vividas por una serie de adorables personajes en los que Shaka es el que nos va describiendo, narrando la cotidianeidad de su familia, amigos, escuela y por supuesto de ese "RÍO ROJO", que es el núcleo de la trama y de algunos- en el buen sentido- conflictos. El ¿por qué? Se llama así es debido a... creo que es mejor que lo averigüen ustedes por sí mismos. En "RÍO ROJO" van a conocer la vida de los zulúes en esa sociedad torticera, insolidaria e integrista de 1964. Habrá especialmente un personaje que no sale explícitamente, pero sí está implícito. Seguro que si les digo que es MANDIBA no les dirá nada, pero si le llamo por su nombre, pues... No, prefiero dejar esa resolución del enigma a ustedes sabios-as oyentes. BEATRIZ BERROCAL y la ilustradora VERÓNICA ARANDA nos dicen tanto los niños-as como los jóvenes, los adultos y las personas de edad nos introducen en aquella época, y seamos otros personajes del gueto. Francamente ellas han puesto todo su gran talento e inmensa maestría en este "RÍO ROJO", que es enteramente apta para ser leída y paladeada por los grupos de edades que le he dicho unas líneas más arriba, es decir un libro abierto. A pesar de que algunos sesudos editores sigan diciendo que hay una literatura exclusivamente para niños. No les hagan caso. Ésta ni mucho menos lo es. "RÍO ROJO" nos enseña bastantes aspectos que aprenderán, sino que meditarán más sobre un problema muy perenne en todas las sociedades de muchísimo tiempo atrás. A pesar de estar en el segundo milenio esto todavía sigue por desgracia estando latente. ¿Por qué no se ha solucionado? La respuesta está en nosotros mismos. Andando ahora por su vocabulario es muy sencillo y entendible. Esto hace que su lectura sea amena y atractiva. Durante la misma degustaremos casi a partes iguales lo narrativo y lo ilustrado. El ritmo es frenético y vivo. Lo que hace dar a la novela mucha vida. No hay nada que sea lánguido. Ni siquiera en los momentos tristes, que los hay. En cuanto al estilo es muy vistoso en la forma, ya que emplea oraciones, proposiciones de fácil comprensión que utilizamos a diario. En cuanto a los personajes están muy bellamente construidos y definidas sus propias intrínsecas características. Los mismos son fáciles de identificar. El personaje de Linda que dice entre otras cosas «a mí me gustaría ser negra» es el culmen, el paradigma de la integración, de la igualdad. Ella da un magistral golpe de efecto golpe de efecto a la historia. Nos dice en sus pocas intervenciones que... por favor sigan ustedes. Yo totalmente se la aconsejo, pues van a disfrutar muchísimo toda la familia saboreándola en cualquier época del año. Por todo ello "RÍO ROJO" de BEATRIZ BERROCAL. PREMIO ALA DELTA 2023 DE LITERATURA INFANTIL. Ilustrada por VERÓNICA ARANDA tiene un preeminente lugar en uno de los radiantes estantes de la biblioteca radiofónico-sonora en por supuesto "Letras Encadenadas"