Saúl continúa obsesionado con matar a David. Envía a sus emisarios para que le prendan en su propia casa, pero Mical le ayuda a escapar. El salmo 59 (VG 58) fue escrito a raíz de este episodio. El Señor continúa protegiendo a David en todo momento. Su amigo Jonatán intentará convencer a su padre, Saúl, para que persista en su intento de matar a su amigo David.