La primera preocupación de Josías es reparar el Templo de Jerusalén, por lo que pide al escriba Safán que se encargue de ello. El sumo sacerdote Jilquías acababa de encontrar en el Templo el Libro de la Ley y el escriba Safán se lo lleva a Josías. Cuando el rey conoce los capítulos sobre las sanciones divinas manda consultar a la profetisa Juldá quien confirma dichas profecías. Entonces el rey ordena que la divina Palabra sea leída a todo el pueblo y comienza una reforma religiosa. Josías y el pueblo renuevan la Alianza poniendo como su fundamento el Libro que contiene los decretos y normas del Señor.