José García de Castro sj, gran conocedor de San Ignacio y los primeros años de la naciente Compañía, hizo un profundo recorrido por las mujeres que marcaron la vida del santo fundador. Su madre y su cuñada, pero sobre todo un grupo de mujeres devotas, las jesuitesas, que reconocieron en Ignacio un hombre de Dios y quisieron apoyarle, animarle, le cuidaron y oraron por él.