(En homenaje a las víctimas del cruel festejo del "toro de la vega" y en pro de su liberación.)
Corre, pequeño.
Haz como la alondra; vuela
lo más alto que puedas
(más, incluso, que las nubes
que creas alcanzar).
Corre, pequeño,
por aquella dehesa
que -en un intento por cubrirte-
alarga sus brazos
para saberse refugio a tu lado.
Olvídate del humano
que, con los ojos vueltos
y los labios espumosos,
se atreve a presentarse
ante ti como bestia que es.
Olvídate de ese odio
que claramente desconoces,
pues eres
ser de algodón y de luz
(como el bueno de Platero).
Ven a nosotros,
hijo de la Luna,
hacedor de canciones
que en nuestros sueños luchan por liberarte
de ese frío que lancea tus carnes.
¡Corre! ¡¡Corre!!
Sin echar la vista atrás.
¡Corre, vamos!
No te detengas jamás.
¡Corre, vuela...! ¡Lo que quieras!
En libertad.