Un whisky doble cargado de nada,
de ti,
de tus noches agrietadas.
Un whisky pa' olvidarme
de cuando la calma me aborda en plena
madrugada a punta de navaja
mirando al cuello.
En dirección a la garganta
tu nombre resbalando
por mi piel sudorosa,
temblando con ese gran escalofrío
cuyos pies andan en polvorosa.
Decían que sería buen refugio este tu bar,
el que no tiene quien me sirva
ni tampoco música con la que bailar.
Parece que suena algo, qué va.
Será la banda sonora predeterminada
que vino ya de serie
por entre mis pulmones
y mis latidos desconchados,
los mismos que hacen juego
con el gotelé
de unas manos entumecidas
por querer tocar siempre
los mismos ojos
y perecer de frío en el intento.
De veras que lo intento.
Lo de morir, digo.
Lo de morir en ti, y no en mí.
Por ser tú refugio y no yo.
Cansado ya del mismo ambiente
que ahoga mis ganas de volar
y las hace sucumbir a solo un sueño,
un mal sueño que me obliga a despertar.
Sin ti.
Sin ti,
y sin ese whisky que se me antoja necesidad
cuando me faltan tus versos.
Solo yo, y tus grietas mal curadas.