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Es difícil intentar hilvanar algunas palabras para rendir homenaje a una persona a quien todos los presentes conocéis y queréis, y que esas palabras no se queden en los tópicos encomiásticos que se derraman, sin duda con la mejor intención, en es este tipo de discursos.
Así que me vais a permitir que agrupe en una sola palabra los elogios para nuestro compañero, nuestro amigo Luis.
Esa palabra no es otra que BUENO.
Con Luis hemos pedido un hombre bueno.
De esa bondad hemos disfrutado todos: su queridísima Toñi, su familia, nosotros todos sus amigos y, claro está, el pueblo saharaui.
Desde que conozco a Luis, más de 30 años, su preocupación, su trabajo, no ha sido otro que la solidaria defensa de la causa saharaui. Y, durante algunos años, la defensa de los trabajadores en CCOO.
Proyectos de cooperación, vacaciones en paz, caravanas de ayuda humanitaria, subasta “Artistas por el Sáhara” su orgullo, su joya de la corona, organización de jornadas para difundir la problemática saharaui, han estado siempre presentes en su cabeza y en sus acciones, incluso antes de que se canalizaran a través de la Asociación que el él fundó en el año 91, en su pueblo, en su Carbonero.
Una, dos, tres veces al año se acercaba a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf para compartir con ellos su lucha y su vida cotidiana. Allí ya se consideraba, le consideraban uno de ellos.
Quienes conocemos a Luis sabemos que su preocupación por el pueblo saharaui iba más allá de la mera atención humanitaria, era consciente de que la solución tenía que venir de una voluntad política y que para forzar esa voluntad era necesario que aumentara continuamente el consciente conocimiento de la causa.
Me lo estoy imaginando escuchando este panegírico y diciéndome al oído: “Yeyo, déjate de monsergas y vete al grano, hay que aprovechar cuando se habla en público para contar el problema saharaui”.
En esta ocasión no le voy a hacer caso. Quienes hayáis estado en su entorno familiar o de amistades estoy seguro que de sobra conocéis su causa, pero voy a aprovecha, Luis estaría encantado de oírlo, para maldecir a esa pusilánime Organización de Naciones Unidas, voy a maldecir a esos gobiernos de nuestro estado timoratos e ineptos, voy a maldecir al tirano marroquí porque entre todos han conseguido que Luis no haya conocido un Sáhara libre.
Luis, entre bromas y veras (yo creo que de veras), decía que tras la independencia, pondría un cocedero de mariscos en Dagla, en la costa sur del Sáhara Occidental y allí se retiraría a pasar sus últimos años de vida, atendiendo a los amigos que fuéramos a visitarlo. Pues eso, maldigo a quienes no han permitido que Luis haya podido cumplir su sueño.
A Luis le vamos a echar de menos, por el cariño que le tenemos y porque será muy difícil estar a su altura en su capacidad solidaria.
Pero, con su ejemplo seguiremos en su lucha.
Luis ha disfrutado de la vida y ha hecho que quienes estábamos a su alrededor disfrutáramos, con él, de ella. Gracias Luis.