Llevo un tiempo (no sé cuánto) postergándome. Dejándome atrás, en segunda fila. Poniéndome en la lista de espera de la vida. Olvidándome de mí misma. Postergándome en definitiva. Es una sensación. Algo sutil y poco definido.
Lo que intuyo (porque creo que todavía no he conseguido desplegarlo del todo frente a mí) es que me dejo para luego, para más tarde: relego lo que siento, quiero y ansío.