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6 DE FEBRERO
SAN PABLO MIKI SACERDOTE Y MARTIR
Pablo Miki nace en 1564, cerca de Miyako, la capital del Japón.
Su padre es un importante militar al servicio del emperador.
La Familia Miyako conoce a los Padres de la Compañía de Jesús y reciben el bautismo.
Pablo crece con su familia cristiana siendo su madre quien se esmera en educarlo en devoción y buenas costumbres.
A los once años ingresa al Colegio Jesuita en la capital imperial, y a los 22 años al Seminario de la Compañía de Jesús en la ciudad de Nagasaki.
En 1587 El Emperador dicta un decreto de expulsión para todos los misioneros del Japón, pero La Compañía de Jesus continúa su labor misionera.
Pablo con 33 años es aceptado a la ordenación sacerdotal y sólo debe esperar la llegada del Obispo jesuita para su ordenación.
La noche del 9 de diciembre de 1596 son arrestados varios miembros de la Misión Franciscana ( 6 franciscanos, y 15 japoneses), las autoridades van también a la Residencia Jesuita. Tal vez en busca de franciscanos. Solamente los extranjeros recién llegados pueden ser apresados por el decreto.
En la Residencia, permanecen Pablo Miki y 2 catequistas, los tres no están comprendidos en el edicto, pero son duramente interrogados, Pablo Miki confirma su carácter de jesuita y también son arrestados.
Los detenidos permanecen en prisión, pero los atrasos del juicio restan autoridad al emperador y decide entonces acelerar el proceso. Muy molesto incluye en la sentencia a todos los detenidos.
Los 24 detenidos son sacados de la prisión, con las manos atadas a la espalda. Seguidos por una gran multitud son llevados a la gran plaza y comienzan los tormentos, frente al pueblo.
En seguida, el verdugo les corta a todos un pedazo de la oreja izquierda y se decreta su muerte en cruz, pero sin clavos, Las víctimas son aprisionadas al madero con cinco anillos de hierro: dos a los pies, dos a las muñecas y una al cuello. La muerte se da con dos lanzazos, que entran por los costados. Atraviesan el pecho y salen por los hombros.
Pablo Miki habla por todos:
“Por favor, escúchenme. Yo no soy extranjero. No he venido de Filipinas. Soy japonés como Uds. y religioso de la Compañía de Jesús. Estoy condenado a la cruz, no por alguna falta que haya cometido, sino por haber predicado la ley de Nuestro Señor Jesucristo. Morir por la fe es mi gloria y alegría. Es la gran gracia del Señor por mis trabajos. Me encuentro en el último instante de la vida. Creo en la vida eterna y sé que el camino para ella es la fe cristiana. Esta fe nos pide perdonar, aún a los enemigos. Perdono al Emperador, perdono a todos los toman parte en mi muerte. A nadie tengo rencor, ni odio. Deseo y pido que todo el Japón se salve y para lograrlo, que sea cristiano”.
Es el día miércoles 5 de febrero de 1597,
Las reliquias de los mártires jesuitas se llevan a la iglesia de Nagasaki. Desde allí bendicen al Japón.

La canonización de San Pablo Miki, junto a todos sus compañeros mártires, tiene lugar el 8 de junio de 1862.