Los insultos forman parte de nuestro día a día, de pequeño nos estaban prohibidos, y de adultos los usamos demasiado a la ligera. Juramos y gritamos improperios hacia la nada, mucho mejor que hacía otra persona. Los insultos se cuelan en nuestro lenguaje, y por su puesto en la música que escuchamos, el cine que vemos, los libros que leemos. Hablamos de insultos sin tabúes y sin pitidos censores.
Imagen de Nahia Iglesias (www.marrabila.com/)