"Ya que no puedo ser libre, agrandaré mis prisiones" decía Manuel Altolaguirre, no sabemos si sincero, utópico o resignado. Con ese espíritu de triple entente contradictoria los tiburones abordan una zambullida peleona y enladrillada, con el ojo puesto en murallas y cercas. Una temática-trinchera que, desde el principio de los tiempos y la creación de la propiedad privada, nos ha obsequiado con los peores juegos humanos, algún que otro castillito de la imaginación... y unos cuantos corazones y territorios sitiados.
Hoy, pececicos, hablamos de MUROS y de lo que estos dejan a cada uno de sus lados (monjas, tala de árboles, guerra... y música, mucha música.).
¡Agárrate a la Aleta para saltar la tapia, pececico!