No sé si los tiburones son románticos, pero cuando se acercan a algunos islotes irrumpe en sus cabezas la certeza de que a veces sólo conocen el otro lado. Y es que esta vez volvemos a la pecera para remojarnos en la tinta de las hojas de los PERIÓDICOS y el PERIODISMO... y claro, de ahí lo que decíamos, que de esos océanos nosotros conocemos la experiencia-usuario, algo por lo que nos disculpamos de antemano. Nuestra historia con los diarios es la de los lectores, los descifradores de crucigramas, el de las dominadoras del buscador, o el de los olfateadores de hemerotecas. Somos de los que hemos admirado plumillas lumínicas y buceado entre montañas de desperdicio, y os traemos una ración bien hermosa de hallazgos musicales y de todo pelaje. Hemos sido viscerales, he aquí la segunda advertencia, pero qué hacer cuando un medio nos provoca tanta repulsión y atracción...
PD: Gracias especiales a un querido pececico periodista que nos prestó su talento para la crónica. Es el contrapunto profesional y necesario a esta algarabía de declaraciones de amor y odio.