"Las revoluciones se producen en los callejones sin salida" esa es la frase de Bertolt Brecht que guió el espíritu de los escualos en esta última zambullida... ¿Y por qué nos acordamos de ellos, de los callejones sin salida? Porque a menudo el TRABAJO, nuestra última parada temática, se presenta como la negación de las opciones y un suplicio obligatorio. A él sometemos la mayor parte de nuestras horas para poder acceder a nuestro puestecito de consumidores; a él dedicamos nuestras fuerzas, físico y neuronas para convertirnos en ciudadanos funcionales... Y a menudo nada de esto nos acerca ni a la felicidad ni a la satisfacción personal... ¿Y si nos han engañado? ¿Y si el trabajo es una trampa que nos impusieron como garantía del aborregamiento? ¿Qué pasa cuando no nos dejan desarrollar nuestro auténtico potencial? ¿Qué sucede cuando no hay espacio para la verdadera realización personal? Así nos lanzamos hoy a las aguas de la RUAH, intentando hallar un compromiso entre humanidad, vocación, y denuncia.
Esperamos no habernos puesto demasiado pesimistas o aleccionadores, porque el TRABAJO y su papel en la sociedad no son precisamente oasis idílicos... Pero es que la reivindicación pocas veces es plácida, pececicos.
¡Agarráos a la Aleta y comprobad cómo nos las hemos gastado!
