En 2010, la Organización Mundial de la Salud reclasificó el flúor, sustancia conocida y defendida durante décadas para prevenir las caries, como una de las diez sustancias químicas que plantean un importante problema de salud pública, junto con el asbesto, el arsénico o las dioxinas. Este falso amigo cuyas virtudes fueron ensalzada por la publicidad, se encuentra en muchos productos de consumo o como componentes en las estufas, ropa o envases. La dosis máxima a partir de la cual el flúor es peligroso para la salud se está atravesado rápidamente.