Son las siete de la tarde, las seis de la tarde en Portugal.
Yo no me fiaría de alguien que considera a Lars von Trier un cineasta con mayúsculas. Como tampoco me fiaría de alguien que sigue negando los evidentes signos de sus males. Como tampoco de alguien que desconoce el mínimo sentido de la humildad. Tras años yendo a remolque del eterno rival, tuvo que ser un extranjero llegado de los Países Bajos el que pusiera frente a sus miserias a los azulgrana y, con cierta sumisión y llenos de paciencia, han conseguido revertir la historia y al cabo de veinte años las miserias han cambiado de barrio. Las miserias futboleras se entiende, porque el Ser Superior no se lleva nada bien con las miserias crematísticas. El caso es que en Barcelona apostaron por el sentido común y el gusto y sin las prisas que suelen acompañar a los mesiánicos, han escrito las más excelsas páginas de lo que un día fue un deporte. El fútbol interpretado como lo interpretan estos muchachos, es otra cosa. Lo peor del gran derby de hace quince días, no fue el resultado, ni siquiera la forma en que se produjo, ni tan siquiera la consiguiente crisis que tras cada fiasco todo lo impregna en Concha Espina. Lo peor con diferencia es que ya no es necesaria la presencia del simpar Messi. Luis Enrique lo sacó al final, aunque siempre nos quedará la duda de si fue decisión suya o del astro argentino. Lo que está claro es que los madridistas tienen rival para rato y van a necesitar de algo más que millones para afrontar un nuevo lustro de magia azulgrana. La técnica sutil acompañada de una buena táctica y el buen juego subsiguiente, casi siempre resultan sinónimo de éxito; los arreones y la épica ya son cosa del pasado y no se entiende bien cómo el Madrid sigue aferrándose a la leyenda, a su brillante pero pasada leyenda. Estamos en el siglo XXI y el tiki-taka y el buen gusto se están despertando y poco a poco se va viendo con recelo las recetas llenas de testosterona, sudor y furia. Cierto es que Benítez es proclive a las pizarras y el estudio, pero desde la zona noble del Bernabéu, sólo se piensa en el merchandising, o sea, en el dinero. No se vislumbra en el horizonte ningún ánimo de construir un equipo que dignifique el fútbol. El Madrid claro, sólo dejó de ganar tres puntos, que no es motivo para ir a ningún diván, y sabe que seguirá ganado títulos, sobre todo desde que todas las competiciones se han reducido a seis u ocho invitados, pero haría bien en revestirse de paciencia. Su potencial es casi infinito, lo único que necesita ¡ay!, es un poco de paciencia, sembrar y esperar. Los que el otro día pedían la dimisión del Ser Superior, hace apenas cuatro días le rendían todo tipo de pleitesías. El pueblo ya se sabe, es muy volátil en sus maneras. Aquí dijimos que Rafael Benítez no se comería el turrón en Valdebebas -nos hemos vuelto a equivocar-, y no porque no tenga conocimientos, sino porque sus maneras no van con ningún séptimo de caballería y en Chamartín se siguen queriendo emular las gestas conseguidas con sangre, sudor y lágrimas. La historia va por otro lado y en el Real Madrid o no se han dado cuenta o se creen tan poderosos que pretenden detener la inercia del sentido rotatorio del planeta Querer evitar lo inevitable les va a costar.
Martes 1 de diciembre del año del Señor de 2015. Están escuchando Radio Alma, la frecuencia mediterránea de Bruselas. Emitiendo desde el 101.9 de la FM. Con amenaza terrorista o sin amenaza hoy cumplimos 150 programas de DEPORTE CON ALMA.