Son las siete de la tarde, las seis de la tarde en Portugal.
Dicen que la Liga de Campeones es el torneo más importante del mundo. Yo creo más bien que se refieren a que es el torneo donde los premios crematísticos son los más sustanciosos del mundo. Un torneo donde a la final se llega después de haber disputado doce partidos, no es mérito para volverse loco. De los doce partidos, los seis primeros se disputan en un grupo donde tras el conveniente apaño en el sorteo, por cierto que dice la Real Academia de la Lengua que sortear es
"Someter a alguien o algo al resultado de los medios fortuitos o casuales que se emplean para fiar a la suerte una resolución", luego se impone una nueva nominación al patético espectáculo que nos emite la UEFA de forma recurrente tras cada fase. Decíamos que el grupito inicial consiste en una serie de entrenamientos con público a menudo en lugares exóticos y lejanos. Tras la pantomima empieza el sorteo puro, pero menos, evitando choques entre equipos del mismo país o que hayan compartido grupo, o en fin, todo menos un sorteo. En suma que tras trece partidos se encumbra a un equipo al olimpo de los millones de euros o francos suizos, nunca sé bien. El caso es que la competición puramente deportiva hace años que dejó de existir, tantos como desde que se le implantó el lifting a la antigua Copa de Europa; que tampoco era ninguna panacea, pero más democrática sí era. Basta mirar el historial para ver cómo su palmarés está lleno de equipos que hoy en día transitan por la tercera división europea. Los millonarios, hartos de compartir laureles decidieron poner punto y final y aquí tenemos el resultado. Con, insisto, apenas trece partidos disputados, los grandes y poderosos medios de comunicación proclaman a los dioses del estadio. No se engañen, tras trece encuentros, la mitad jugados como aperitivo no se puede ser gran campeón. Millonario sí, pero campeón de campeones, eso ya es otro cantar. Cantar del que se encargan los trovadores oficiales y oficiosos de los que no escasean por tierra, mar y aire. En realidad son cruces de voceros y hooligans. Hace milenios que la prensa que cubre los deportes -no necesariamente prensa exclusivamente futbolera-, dejó la deontología de lado para pasar a ocuparse de los índices de audiencia, o sea, de los dineros. En suma que tras trece tristes partidos tendremos campeonísimo. En Berlín, en el estadio Olímpico de Berlín para más señas. Aunque esta vez el palco estará lleno de caudillos, no como aquella vez, donde sólo hubo uno.
Esto es Radio Alma, emitiendo desde el 101.9 de la FM, la frecuencia mediterránea de Bruselas. Martes 28 de abril. Estamos empezando el programa 134 y la llama votiva da síntomas de agotamiento, será que no llega suficiente gas. A por ellos que son muchos, pero cobardes. Divirtámonos una semana más con DEPORTE CON ALMA.