Cuando entramos en contacto con la naturaleza, con sus paisajes y múltiples expresiones de fauna y flora, nos sorprendemos por su gran versatilidad, belleza y capacidad de adaptación. Y si además somos capaces de mirarla de la forma adecuada, también nos podemos dar cuenta de las profundas lecciones de humildad y desapego que nos regala día a día. Tantas, que podemos decir sin temor a equivocarnos, que todo lo natural es un perfecto ejemplo de espiritualidad y trascendencia, de cómo podríamos hacer las cosas nosotros los humanos, que al fin y al cabo también somos de naturaleza trascendente.