Hoy tengo demasiados papeles en la cabeza.
Hay un papel que dice nadie debe morir
como Líber o Susana con un libro en la mano,
para que los estudiantes del futuro puedan ser burócratas
de algún gobierno o partido,
incluso de un buen gobierno o un buen partido;
nadie debe morir como Ibero con un poema en la mirada,
para que los poetas mañana sean burócratas de la palabra
de algún ministerio o frente;
nadie debe morir como mi hermano Enrique
con un fusil en la mano,
para que los guerrilleros del futuro
puedan hablar de la revolución
mientras cuidan la silla en algún parlamento
y caminan por arriba de la ola;
nadie debe morir como tantos jóvenes
asesinados en cualquier parte,
para que algún compañero o pariente
mañana pueda ser burócrata de la participación.
Voy a quemar los papeles de la cabeza
y decirle a los jóvenes que no mueran,
vivan y combatan a los burócratas de las ideas
dentro de cualquier gobierno,
partido, oenege ambientalista, universidad, sindicato…
Hablen, griten, lloren, pataleen, renuncien,
luchen contra los burócratas y contra ustedes mismos,
no es fácil pero tampoco imposible,
por suerte, también hay ejemplos.
Después, si quieren se mueren, y si no quieren no se mueran
que al fin de cuentas la muerte es solo un papel en la cabeza
y la decisión es de uno,
pero tampoco maten al Che, como diría Juan,
porque todos matamos al Che y lo seguimos matando,
y ahora el Che es una camiseta,
una canción mal cantada en una tertulia...
Hoy tengo demasiados papeles en la cabeza,
papeles que en algún momento fueron árbol.
Hay un papel que dice todos debemos morirnos alguna vez,
como los árboles que a veces ni si quiera echan raíces
pero se mueren los árboles tapando el bosque.
Hay que talar los árboles de la cabeza
para que podamos ver el bosque
y mirar a los ojos de los burócratas que siguen matando al Che…
(Kintto Lucas)