Este poema, Memoria Cautiva, es un reflejo sobre el paso del tiempo, la inmortalidad del arte y el misterio del alma. He grabado estos versos en un ambiente íntimo y sereno, acompañado de una música evocadora.
Sumérgete en un momento de introspección donde el silencio y la palabra se encuentran.
Cautiva de un tiempo que nunca envejece,
tu figura desafía la memoria y la muerte.
Eres viento atrapado en la piel del silencio,
un reflejo etéreo de lo que somos por dentro.
Tus ojos, pozos de un misterio sin fin,
miran más allá de donde empieza el olvido.
Como un susurro eterno, vives en este instante,
donde el arte y el alma se vuelven diamante.
El mundo cambiará y los siglos pasarán,
pero tu sombra en el lienzo nunca se irá.
Eres la huella que el tiempo no borra,
el latido inmortal de una historia sin final.
