He estado en un retiro detox durante un fin de semana en lo que se presuponía un lugar idílico y orgánico, organizado por una profesora idílica y orgánica, donde esperaba encontrar una alimentación y actividades idílicas y orgánicas...
¡Hasta yo me mostré idílica y orgánica!
;P
Quince mujeres con el denominador común de desear cuidarse, eso sí, cada una deseaba cuidarse de diferentes cosas. Algunas cuidarse de sus cargas familiares, las otras de su trabajo, y, las más, del ego social que acompaña a su status.
Un fin de semana de desconexión con wifi, una cura alimenticia aderezada de excesos. No estuvo mal pero tampoco estuvo bien.
Disfruté de la compañía de otras guerreras y hasta me enamoré un poquito de un alcornoque (si del árbol, podría haber sido una metáfora pero no). Practiqué la escucha activa y, he de confesar, también la "des escucha".
;)
Y allí salió mi jueza sentenciando y clasificando:
La nueva millonaria que esconde con anillos de diamantes
su pasado poco deslumbrante.
La anoréxica pasiva que ama más a los animales que a su propia vida.
La que presume de marido y habla tanto de él que, finalmente, no sabes nada de ella (quizá ella tampoco).
La que va en grupo.
La que va a promocionar su negocio.
La que se dedica al teatro e interpreta el papel de actriz saludable.
La que acumula cursos buscando llenar su vacío existencial.
Las que van por moda.
La que busca su camino (a esta si que me acercaba para oírla y casualmente era la que menos hablaba.
;)
No percibí en voz alta ninguna queja aunque intuyo que alguna debió tenerla. La situación me recordaba al cuento del traje del Emperador. Todas veíamos que no era lo prometido pero nadie lo exponía. Deduzco que no les preocupaba pagar un alto precio (literalmente) por dos días con unas desconocidas en un hotel, que resultó ser albergue, cuyo huerto estaba tan seco como mis post expectativas. Intuyo que lo abonaron gustosas más por el dicho que por el hecho.
Mis niñas para la próxima yo les hago un fotomontaje y menos kilometraje. :)