S. ¿Te vienes a visitar el jardín tecnológico?
M. ¿El qué?
S. Parece mentira Margarita, siendo tú mediterránea y criada
en El Carmen, que tenga que venir yo de Canarias a contártelo.
M. Ay Salvia, tienes razón, es que últimamente estoy como en una maceta. No quiero ser radical pero siento que mis raíces necesitan un cambio.
S. ¡Cuidado Marga! Que se empieza por un transplante y se termina queriendo polinizar el mundo...
M. Disculpa Salvi que te interrumpí con mis heridas emocionales fruto de que no disfruto. ¡Ay quien fuera frutal!
S. ¡Qué te gusta una disyuntiva Margarita! Te hablaba del Jardín Tecnológico Civilizado para ser más específica. Y, cuidado con esas insatisfacciones y baja autoestima, que así les fue a los seres humanos cuando el estallido consumista.
M. Eso, eso que me disperso cual espora...
S. Pues resulta que los bípedos han creado un lugar para recordar lo despistados que estaban cuando se creían superiores. Me lo ha contado Lucía Enredadera, aunque no le hago mucho caso pues su apellido le viene como anillo al tronco. En dicho parque se pueden ver restos de automóviles, teléfonos, trípodes y televisores.
M. Je, je, en el fondo les tengo estima por la inocencia de no ver lo que se les venía encima.