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Programa: “La loca de la casa” emitido en Flacso Radio el 14 junio 2017. Producción: Gaby Ruiz. Fuente original de publicación: http://www.flacsoradio.ec Más de Madame Ho en https://www.facebook.com/pg/MadameH0/

En esta edición de "La loca de la casa", nos visita el escritor ecuatoriano Javier Lara Santos, con quien nos aproximamos al lugar de la fascinación y el descarte, imágenes de la belleza que aparecen en una escritura que tiene por escenario la ciudad.

Javier Lara Santos (Quito, 1978)

Ha publicado en poesía: “Del Acabose (antología imaginaria)” con Rueca Editores en Quito en el 2008. En 2012 publica en red “Islísima que seremos”, en el mismo año coordina la muestra de poesía ecuatoriana contemporánea “Tickets de ida y vuelta” en Arequipa, Perú, con Cascahuesos editores. En 2013 es incluido en “Bandada, novísima poesía ecuatoriana”, edición Colombia y Ecuador. En 2014 es seleccionado para la antología “Fogata Eterna, tributo a Charly García” de la editorial Hanan Harawi de Buenos Aires. Y en la antología de relato ecuatoriano “Cuerpo Adentro”, del Ministerio de cultura. En septiembre del mismo año publica "Vesania Inc" su último trabajo literario. En 2012 recibe el Premio Proyectos Literarios Nacionales del Ministerio de Cultura por su libro de cuentos "Tratados de Ociología". Actualmente ejerce el periodismo cultural.

TODOS LOS POEMAS MIENTEN

Es el frío, ya lo dije,
es la brisa,
sus almenas invisibles,
sus batallas,
sus sombríos y desdentados ángeles de niebla
que no dicen nada.
Este poema es un inmenso país de hielo
al cual vienen a morir los pájaros
sin más religión que el cielo invencible que abrazamos para no morir.
He visto corazones del tamaño de un mamut,
basiliscos admirables en la lengua de una mujer con furia consuetudinaria,
he visto la rabia en el nombre de su sangre,
he visto el fuego, su fuego,
que es una montaña de su sangre
y un pétalo
de la nada
al mismo tiempo.
II
Hemos presenciado el silencio o la sal de la ignorancia.
Apenas caemos y el aire se vuelve armadura.
(Este poema no va de nada. Decía, y miento)
La inocencia de todos los insectos y los pastos verdes.
La sutileza del agua, o la severidad de nuestras religiones
mordiendo el infierno que no es nuestro.
Los puentes que han caído en la vigilia.
La cocina incendiada antes del acto carnal.
He visto, debo decirlo, el beso inconmesurable de una planta
creciendo ante los ojos de su madre.
(Todos los poemas mienten)
El hielo pasó hace siglos,
Tú y yo (cualquiera) seguimos nombrándolo,
como si apenas inventáramos la guerra o la saliva que la nombra,
como si apenas comenzáramos a tener figuras geométricas,
a las que llamamos miedo por no llamarlo dios,
o amor,
o arena caliente en tus senos,
en tus infinitos senos
que han de morir dentro del aire,
dentro del óxido,
como mueren las frutas.