Parafraseando el título de un viejo álbum del 73, Aeroplano este mes rebusca en los rincones de la música progresiva, valga esa expresión que habría que aplicar a cada una de las obras sugerentes que llegaban a nuestras manos como era la intención de muchos de sus creadores, convencidos de que acaban de lanzar el disco que cambiará nuestras vidas.
Rock Sinfónico, titularon otros críticos convencidos de que añadir un harpsichord (o sea, un clavecín), un mellotrón (o sea, cintas magnéticas de 8 segundos), o un Moog (teclado electrónico, sintetizador en definitiva, inventado por Robert Moog para volvernos locos unos meses tratando de saber que demonios era aquello) y aplicar tamaños descubrimientos a la música de Bach, Moussorgosky, Mendelssohn podría calificarse como una especie de fusión entre los Bárbaros del Norte (los rockeros) y aquellas venerables deidades.
Otros músicos ya curtidos en minúsculos clubs de alterne jazzísticos aplicaron la metodología más cercana del género a su inspiración natural de recién llegados a la música alternativa recién llamada, pop o beat y de paso modernizar las costumbres.
Todo menos llamarle rock a secas.
Por eso hemos querido rendir tributo a quienes se atrevieron en plenos años sesenta a dar un paso adelante en busca de nuevos vericuetos musicales, hartos todos estos músicos recién llegados de tanto pop y tanto beat, al tiempo que echarle un guiño a uno de los mejores discos conceptuales de la historia como fue el Dark Side of the Moon de los británicos Pink Floyd.
La Cara Oculta del Rock pretende recuperar aquellos sonidos incorporados a nuestra escucha diaria del pop con creaciones singulares donde en muchos casos todo valía. Es cierto que de aquel impulso de modernidad también surgieron algunos oportunistas que fueron descubiertos inmediatamente. Pero también es reconfortante haber tenido la oportunidad de descubrir, por ejemplo, a personalidades del calibre de Peter Gabriel, Robert Fripp o Brian Eno, por nombrar a los primeros que se me vienen a la cabeza. Sólo por ellos valía la pena intentar grabar esta selección de títulos que, así de pronto, se me antoja absolutamente imprescindibles.