Cuando Estados Unidos elija presidente, China ya sabrá cómo serán sus próximos cinco años. Las elecciones estadounidenses se cierran entre el ruido y la furia mientras, en un hotel al oeste de Pekín, a puerta cerrada, el Comité Central del Partido Comunista chino redacta el plan quinquenal de la potencia asiática para el próximo lustro. La prioridad es la tecnología y lo que en Pekín llaman la doble circulación: ser una potencia global de producción que también nutra y enriquezca a su propia población. China planea reinar en las redes 5G, en biomedicina, en el internet de las cosas. También quiere explorar la luna.