Kristeva sigue en la línea de la poética generativa. Acuñará la ciencia del semanálisis entendida como aquella encargada de estudiar la significancia (en oposición a la significación). Una de sus principales aportaciones será la de desarrollar el modo en que el genotexto (o estructura profunda) y el fenotexto (estructura superficial) funcionan en el lenguaje poético. Partiendo de la base de que necesitamos un sujeto cerológico, una especie de lector, oyente, ideal.
Aunque de origen búlgaro, la autora desarrolla su trabajo en París hacia los años 70 y su trabajo se verá influido por el estructuralismo de la época, así como las teorías del psicoanálisis