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La Pascua es la fiesta central del cristianismo, en la que se conmemora la resurrección de Jesucristo al tercer día después de haber sido crucificado y que se prolonga durante ocho días, hasta la Octava de Pascua. Marca el final de la Semana Santa, en la que se conmemora la muerte y resurrección de Jesús. A la Semana Santa le sigue un período de cincuenta días llamado Tiempo pascual, que termina con el Domingo de Pentecostés.
El Primer Concilio de Nicea (año 325) estableció la fecha de la Pascua como el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera (21 de marzo). La fecha varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
La actual Pascua cristiana proviene desde el año 1513 a.C., cuando el pueblo judío emprendió su éxodo desde Egipto, hacia el actual Israel. La conmemoración de este hecho como recordatorio de la liberación del pueblo hebreo de su esclavitud en Egipto, recibe el nombre de Pésaj o Pascua.
Se comían hierbas amargas mojadas en vinagre, para recordar la tristeza de la servidumbre. Y se cantan canciones que hacen alusión a las diez plagas de Egipto. Se comía cordero con verduras amargas. El animal debía ser macho, cordero o cabrito, sano y de un año de edad. No estaba permitido romper sus huesos, ni dejar restos de carne. Si la familia no era grande para comer un cordero se reunían en grupos. Durante los 7 días posteriores los israelitas sólo comía pan sin levadura.
Los primeros cristianos celebraban la Pascua a la par cronológica que la Pascua judía, hasta que el Primer Concilio de Nicea (en el 325 d. C.) separó la celebración de la Pascua judía de la católica.
El Huevo de Pascua
El intercambio de huevos de Pascua, primero de azúcar, y desde hace cinco siglos, de chocolate y está muy extendido en Europa. El hecho de asociar el huevo a la fertilidad y por coincidir la Pascua con la primavera en el hemisferio norte, estación fértil por excelencia, hace que se establezca por toda Europa como símbolo de la Pascua. Se piensa que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el invierno es una reminiscencia de la Edad de Hielo. Tras el duro invierno, y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur y empezaban a poner huevos, de los que se alimentaban los seres humanos hasta que podían volver a cazar. El Origen remoto del huevo de Pascua viene de la Diosa de la fertilidad mesopotámica Ishtar (Astarté). Adorada por los babilonios, asirios, fenicios, cananeos.
El huevo de Pascua no aparece como un símbolo dentro de la costumbre judía. En el cristianismo una explicación es que los huevos fueron considerados carne, por lo que no se podían comer durante la Cuaresma, aunque las gallinas seguían poniendo. Los huevos se conservaban cocidos y se consumían al terminar la cuaresma. El hecho de asociar el huevo con la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral, estación fértil hace que haya quedado establecido en toda Europa como símbolo de la Pascua. Primero fue el azúcar, luego el chocolate.
Entre los siglos IX y XVIII, la Iglesia prohibió el consumo de huevos durante la cuaresma por considerarlo equivalente a la carne, y por ello la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos y poder consumirlos el día de Pascua de Resurrección. Con el tiempo, estas tradiciones se incorporaron a la festividad de Pascua de Resurrección y hoy en día el huevo de Pascua es un símbolo universal. El huevo se asemeja a la resurrección como un símbolo de vida nueva.

Conejo de Pascua
El conejo de Pascua, según la leyenda, trae canastas llenas de huevos de colores y dulces a los hogares de los niños. Se mencionó por primera vez en la obra de Georg Franck von Frankenau Acerca de los huevos de Pascua en 1682, que se refiere a una tradición de Alsacia de una liebre que trae los huevos de Pascua.
Desde antes de Cristo, el conejo era un símbolo de la fertilidad asociado con la diosa fenicia Astarté. Easter era «originalmente la festividad de la primavera para honrar a la diosa teutónica de la luz y de la primavera, a quien se conocía en anglosajón como Easter».
Existía una leyenda alemana en la que una mujer pobre, incapaz de ofrecer dulces a sus hijos, escondió en el jardín huevos decorados. Los niños, al ver a un conejo, creyeron que él había puesto los huevos.