Las "salamancas" son una creencia generalizada en la mesopotamia del Río de la Plata: no hay localidad que no tenga en sus proximidades una salamanca. Todo varón que se destaque en la música, en la danza, en el juego, en el éxito con las mujeres, en los negocios, y en fin, en cualquier aspecto, es sospechado de haber aprendido en la salamanca, cueva en la que ha hecho tratos con el "diablo". Todo aquel que quiera aprender muy rápido y con suma destreza alguna de esas artes, se encamina a la salamanca, y se convierte de este modo en un "estudiante" y un frecuentador asiduo. Pero de todas las artes, las más importantes y las más comunes están relacionadas con la música. También mujeres curanderas o brujas han aprendido allí. Pero generalmente las mujeres van "sólo para tener tratos íntimos con el diablo y a entregarse a la bacanal, en el baile que allí adentro se desarrolla".
Los lugareños pueden señalar la entrada de la "cueva", que suele ser o un hueco en el borde de una barranca, o una hondonada dejada por el antiguo cauce del río o una aguada, en cuyo caso, la cueva está al fondo de ella. Pero la "cueva" propiamente no se ve: "se abre cuando el que va quiere dentrar", se desnuda y de repente pierde piso y cae en ella. Después de superar una serie de pruebas en el "umbral", el "estudiante" ingresa a ella. Allí se desarrolla una gran baile campesino orgiástico, todos desnudos, en medio del cual el diablo le enseña lo que él desea. Esa enseñanza y esos bailes son frecuentados por los "salamanqueros" de ahí en adelante, aún después de haber aprendido de modo excelente su arte.
Este complejo mito-ritual se remonta al período colonial y tal vez se hayan transformado en él antiguas creencias o rituales indígenas, y se hayan incorporado otras, como la de afro-descendientes.