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Gurú Nanak (1469-1538), el fundador del sijismo, nació en el seno de una familia hinduista en la villa de Talwandi, ahora llamada Nankana Sahib, cerca de Lahore en el noroeste de la antigua India (hoy en día se encuentra dentro de las fronteras de Pakistán). Su padre, Mehta Kalu, fue un patwari (contador de los ingresos de las tierras del gobierno). La madre del gurú fue Mata Tripta y también tuvo una hermana mayor llamada Bibi Nanki. Según Gurú Nanak, su hermana Bibi Nanki vio en él la luz de Dios pero nunca reveló el secreto a nadie. Es conocida como la primera discípula del Gurú Nanak. Desde pequeño, Gurú Nanak se vio fascinado por la religión y abandonó su casa. Anduvo por toda la India a la manera de los santos peregrinos hinduistas. Fue en ese periodo que Gurú Nanak conoció a Kabir (1441-1518), un santo reverenciado por muchos hindúes y musulmanes.

Tras cuatro largos viajes en direcciones opuestas ?a Tíbet, Sri Lanka, Bengala, La Meca y Bagdad?, Gurú Nanak predicó a hindúes y musulmanes, captando así a un grupo numeroso de discípulos (sijes). Estos cuatro viajes se denominan udasis.

Según sus enseñanzas, la religión debería ser un medio de unión entre los seres humanos, pero, en la práctica, esta parecía enfrentar a las personas. En este sentido, lamentaba de forma especial el enfrentamiento entre hindúes y musulmanes, así como las prácticas de carácter ritual que apartaban al ser humano de la búsqueda de Dios. Su intención era llegar a una realidad más allá de las diferencias superficiales entre las dos religiones. De ahí su primera y famosa enseñanza «na ko hindú, na ko musalmán» (‘no hay hinduistas, no hay musulmanes’).

La posición doctrinal de Gurú Nanak se apoya en un hecho básico: la autoridad del Dios único, el Creador. Gurú Nanak llamó a Dios el «Nombre Verdadero» porque quería evitar el uso de un nombre concreto. Gurú Nanak enseñó que el Nombre Verdadero, aunque pueda recibir numerosos nombres en diferentes lugares es, esencialmente, el Dios único, soberano y omnipotente.

Gurú Nanak se opuso al sistema de castas, pero conservó el concepto hindú de maya (‘ilusión’). El mundo se nos manifiesta como si fuera real, pero la auténtica realidad es solo la de Dios. El mundo material es una ilusión que impide a muchos seres humanos, abandonados a los placeres materiales, ver la realidad auténtica y única de Dios. La fe sij conserva la creencia hindú en la reencarnación, pero considera que el ser humano puede liberarse del ciclo de reencarnaciones mediante la virtud, que le permite alcanzar la morada del amor de Dios. En cambio, los hindúes creen que la virtud solo produce una reencarnación en mejores condiciones de vida.