El mal de ojo se sustenta fundamentalmente en la idea de que todos somos energía, y de que las energías positivas pueden causar mucho bienestar, pero las negativas mucho daño. Cuando una persona se concentra lo suficiente en hacer daño a alguien, cuando su energía está enfocada en el mal de esa persona, es muy posible que el otro lo reciba y que, en el caso de que no tenga una fuerza tan poderosa para repeler esas vibras, se vea afectado por ella.