La muerte y resurrección de Cristo nos ha otorgado una nueva vida en relación con Dios Padre, nos ha dado plenitud, rompió el poder del pecado y el poder de las tinieblas.
El hombre estaba condenado, pero el acta de los decretos que nos era contraria fue anulada, fueron despojados los principados y Cristo triunfó sobre ellos en la cruz.