Famoso violinista regala un concierto en el metro y casi nadie se da cuenta
Este es un extracto de noticia del washington post. Es un experimento real organizado por un periodista en 2007. Los vídeos de la actuación están disponibles en youtube.
En una estación de metro de Washington
DC, Joshua Bell, uno de los mejores
violinistas del mundo, interpretó una pieza
extremadamente hermosa, compleja y
conmovedora con un violín valorado en
casi tres millones de euros.
Durante los 43 minutos que tocó 1.097
personas pasaron por su lado. Sólo siete
se detuvieron para escuchar, e incluso
estas siete personas permanecieron
escuchando apenas unos pocos minutos.
Dos días antes Joshua Bell había
interpretado la misma pieza en un
auditorio de Boston. En esa ocasión todas
las entradas, con un precio medio de 90
Euros , se habían agotado.
Es interesante saber que los honorarios
de Bell por cada concierto ascienden a un
mínimo de 66.000 euros.
Este es un resumen de su poco habitual
“concierto” de 43 minutos de Bell:
* Sobre el tercer minuto de la actuación,
un hombre de mediana edad se percató
de que había un músico tocando, aminoró
el paso, y se detuvo unos segundos antes
de reanudar la marcha.
* A los 4 minutos, el violinista recibió su
primer dólar.
Una mujer depositó el dinero en el
sombrero y, sin pararse, siguió su camino.
* A los 6 minutos un joven se apoyó
contra la pared para escucharlo, y poco
después miró su reloj y reanudo el paso.
* A los 10 minutos un niño de unos tres
años se detuvo para mirar, pero su madre
tiró de su mano. El niño volvió a
detenerse para mirar al violinista, pero la
madre tiró con más fuerza y siguieron
caminando, aunque el niño siguió mirando
hacia el músico mientras se alejaban.
* Varios niños más intentaron también
detenerse para escuchar al violinista, pero
sus respectivos padres – sin excepción –
les obligaron a continuar su camino.
* Tras 43 minutos Bell dejó de tocar y se
produjo el silencio. Nadie se dio cuenta ni
nadie aplaudió.
En honor a la verdad, hay que decir que
el “concierto” tuvo lugar durante la hora
punta en uno de los metros más
transitados del mundo.
El hecho que tan pocas personas se
detuvieran para disfrutar de la música no
demuestra que los transeúntes fuesen
unos ignorantes, sino que las prisas de la
vida cotidiana a menudo nos impiden
darnos cuenta de lo bello y milagroso que
puede ser el mundo que nos rodea.
Si miramos de verdad, en cada
momento de cada día hay algo
extraordinario a lo que prestar
atención: los pendientes
deslumbrantes de la cajera del
supermercado, la risa espontánea de
un niño, el color del cielo o el milagro
de nuestra propia
respiración.
Esto no quiere decir que debamos
quedarnos boquiabiertos
contemplando la belleza de todo lo que
nos rodea, sin importarnos llegar tarde
al trabajo u olvidar recoger a nuestros
hijos de la escuela, sino que si nos
detenemos a prestar atención, aunque
sea tan solo un momento, siempre
habrá algo increíble sucediendo.
No tenemos que esperar a que Joshua
Bell toque un concierto en el metro.
“Hay dos formas de ver la vida:
una es creer que no existen milagros,