Dejé de insistir donde no había lo que buscaba.
Dejé de pedir con las manos cerradas
Dejé de esperar en sillas ocupadas.
Dejé de intentar en un cuerpo ajeno.
Deje de poner mis expectativas en otros
Dejé de pretender que el otro entendiera.
Dejé de poner los ojos y la esperanza en corazones que no querían latir al lado mío.
Y entonces, magia. SUCEDIÓ LA MAGIA.