Hace unos treinta años, le contaba a mi hermano una historia muy abreviada de este cuento, antes de irnos a dormir. Nos reíamos mucho con esta tontería.
El detonante que propició que desarrollase esta idea y me animase a escribirla fue un comentario de un compañero de trabajo. Dijo un día:
- Siempre estás leyendo, metiendo y metiendo cosas en la cabeza... ¿por qué en lugar de tanto leer no escribes algo? -
José Ramón
Gracias Jose por darme el empujón.