Desde mi punto de vista, por el contexto bíblico de la adoración, Naamán se plantó un huerto. Esto para nosotros, que tenemos una cultura católica, no es nada extraño. Sabes que los monjes, los que han querido conectarse con Dios a través de una espiritualidad tradicional, católica, se hacían lugares que eran como jardincitos donde quizás había una fuente, con el ruido del agua, un huerto y eran lugares de meditación, de paseo, en conventos, abadías y monasterios o lugares de retiro.Aún hoy puedes irte a un retiro espiritual y estar paseando. De hecho, algunos de los jardines de la ciudad nacen de esta costumbre de tener huertos. Además de encerrarse, un religioso, enclaustrarse en una iglesia, en un templo, en una habitación, tenían esos espacios para meditar. Los reyes católicos o potentados con una cierta espiritualidad, también reyes protestantes, disfrutaban de lugares para pasear y meditar, buscando esa conexión con el Dios de la vida, con el Dios de la naturaleza. Pues en este tiempo también había huertos de adoración, pero que en muchos casos era para ídolos. Naamán dice: Me voy a hacer una parcelita con tierra de Israel donde adoraré al Dios de Israel. Y este acto inspira el título de mi mensaje: Plántate un huerto.