Del libro Tormenta de oración, de James W. Goll.
Necesitamos una tormenta de oración.
Job 36, 32. Toma entre sus manos el relámpago y le ordena dar en el blanco.
Dios no solamente ordena tormentas naturales sobre la tierra. Él es una tormenta. Y por extensión, dado que hemos sido creados a su imagen, comisionados como sus siervos y sus hijos adoptivos, somos también como una tormenta Cuando obramos en su nombre.
Este pasaje de Job dice que toma en sus manos relámpagos y los envía para dar en el blanco. Cuando oramos a Él, estamos pidiendo que la tormenta de Dios invada el reino terrenal. Llamamos su atención a un objetivo o área en particular. Una tormenta de oración libera una tormenta de poder.
¿Qué es una tormenta de oración? Una tormenta de oración es cuando el pueblo clama de manera verbal, no de manera tranquila, sino apasionada, pidiendo a Dios en el nombre de Jesús para que las cosas cambien. Pedimos fuertes vientos del Espíritu y los gloriosos destellos del brillo de su presencia. Deseamos que Él haga estallar la oscuridad con su luz. Sostenemos en alto nuestro propósito para que Él lo cumpla. Ven, Señor, ven a mi ciudad. Arrasa las puertas. Sopla sobre nuestra confortable tradición. Quebranta los cerrojos. Derriba a nuestros enemigos. Vence con tu pueblo.