La seguridad que tenemos todos los cristianos evangélicos es que no cargamos con nuestro Dios como sí deben hacerlo otras facciones religiosas.
El profeta que viene hablando de parte de Dios acerca de los ídolos que se adoraban en Babilonia, les advierte que ninguna de esas imágenes que ellos con tanta confianza cargaban les pudieron salvar ni ayudar.
Que tanto los habitantes de Babilonia como sus ídolos fueron llevados en cautividad y ni se pudieron salvar ellos ni salvar a los que les adoraban.