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Muchas veces el cristiano ha de enfrentarse con situaciones que pueden ser interpretadas por algunas personas y hasta por él mismo como un abandono de parte de Dios. Jesús tuvo hambre y no encontró qué comer; pero eso no le desalentó, no le desanimó para seguir; continuar con el plan divino.

Cuando lees y entiendes la Palabra de Dios podrás darte cuenta que esas situaciones que parecen insalvables como una montaña se resuelven con dos ingredientes principales por así decirlo que deben ser permanentes e irremplazables en la vida de cada creyente.