Todo ser humano nació o salió de alguien. Cuando nació no se hizo inmediatamente hombre, sino que fue un bebé recién nacido.
Llegaste como un bebé, pero desde el primero momento en que saliste del vientre de tu madre fuiste un ser humano completo.
Sin embargo, tuviste que crecer para convertirte no en ser humano porque ya lo eras sino en un ser humano adulto. No creciste para ser «más humano», ¡No! Creciste para madurar.
Y al madurar, adquiriste sabiduría, comprensión y la capacidad de hacer las cosas que los seres humanos adultos hacen mejor que cuando eran niños. 1Corintios 13:11 «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.»