Capítulo Dieciocho
Y así aconteció que Hafid esperó en su solitario palacio a aquel que iba a recibir los pergaminos. El anciano, acompañado solamente de su tenedor de libros digno de confianza, observaba el ir y venir de las estaciones, y las enfermedades propias de la vejez le impidieron bien pronto toda actividad, con la excepción de sentarse serenamente en su jardín cubierto.