La muerte del rey Uzías significó para el reino de Judá el fin de una época de gloria y triunfo. En ese escenario de duelo, tras la pérdida de un gran rey, Isaías vio al Señor sentado en su trono. Aquella experiencia con Dios marcó un punto de inflexión en su ministerio. Esta historia nos muestra cómo los momentos más difíciles y trágicos pueden convertirse en escenarios gloriosos. El año en que murió el rey Uzías, Isaías tuvo una visión del Señor en su trono. No se trata simplemente de seguir adelante con nuestras propias fuerzas, sino de experimentar algo más profundo: responder activamente a la voz de Dios cuando todo a nuestro alrededor se desmorona. Debemos reenfocar nuestra mirada, escuchar la voz de Dios por encima del ruido del dolor y responder con valentía: “Heme aquí, envíame a mí”.
