El discípulo de Jesús está llamado a seguir al Maestro. Esto significa imitar a Jesús, en su actitud de servicio, en su amor, en su misión, en su sufrimiento injusto.
Por un lado Jesucristo establece el estándar del seguimiento, y por otro, nos muestra este estándar con el ejemplo de su propia vida. El Maestro no demanda nada de sus seguidores que Él no haya estado dispuesto a llevar a cabo. Pero a la vez nos deja claro que no siempre nos será fácil seguirle. Nos enfrentaremos a los mismos desafíos y a las mismas tentaciones qué Él enfrentó. El diablo nos ofrecerá lo mismo que le ofreció a él en el desierto, el camino fácil, la gloria evitando la cruz. Pero Jesús deja muy claro a los discípulos de todas las épocas, que no es posible seguirle sin enfrentarse a la cruz.