En un par de ocasiones en décadas pasadas varios intelectuales han declarado audazmente que la humanidad había alcanzado la madurez, y que por tanto ya no era necesario Dios en nuestras sociedades. Estas declaraciones han tenido corta duración, porque la verdad es que el ser humano depende de Dios, y necesitamos recibir constantemente de Él misericordia y gracia. Es precisamente la pretensión del hombre de vivir sin Dios, lo que lo ha causado tantas tragedias, muertes, dolor y miserias en el mundo.
Pero como humanidad no solo somos dependientes de Dios, sino que también dependemos del amor, el cuidado y la protección de otros. En especial en nuestros primeros años de vida, pero también en otras etapas, en especial antes de partir de este mundo. Todos hemos sido diseñados para ser una carga para otros, nos guste o no, y debemos aprender a ser humildes y aceptar esta realidad nuestra.