UNA LETRA DE TANGO
Fui la sombra en tu danza, un paso errante.
Fui la sombra en tu música, un eco distante,
el eco de un bandoneón en la brisa;
el eco de un bandoneón que nunca
calla y tiene prisa.
Susurro de labios, caricia perdida.
Susurro de labios, caricia dormida,
nombre olvidado en la niebla sumisa;
nombre olvidado con su historia marchita.
No dolió el partir, ni sangró la ausencia.
No dolió el partir, ni lloró la memoria.
El tiempo con su oleaje borró la herida.
El tiempo en su empeño deshizo la gloria,
borró la mentira.
Fuimos tango, fiebre, un rito pagano.
Fuimos tango, fiebre, un fuego lejano,
un vals clandestino al borde del viento;
un vals clandestino sin más argumento.
Hoy queda el recuerdo, intacto y sereno,
hoy queda el recuerdo, desnudo y eterno,
no un rencor marchito, solo un lamento.
No un rencor marchito, solo el destiempo,
de un amor vivido, ardiente y terreno,
de un amor vivido, de un amor sin dueño.
Sí, amigo:
Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.
S. Calleja Arrabal
