En 1930 la dueña de la tienda de vestidos “La Popular” Pascualita Esparza Perales, colocó en el aparador un extraño maniquí que de inmediato llamó la atención de los clientes y los transeúntes debido a su belleza, lo que muchos cuentan es que el maniquí sería el cuerpo embalsamado de la hija de la dueña de la tienda.