Lo que define el éxito o fracaso de una persona son sus creencias. No sus conocimientos, no su dinero, no sus contactos o su apellido; ni siquiera la inteligencia, sino sus CREENCIAS. Pablo, en su carta a la comunidad de los Corintios, decía: “vivimos por fe, no por vista” (ver 2 Corintios 5:7). La fe es, sobre todo, EL MÁS ELEVADO ACTO DE CREENCIA. Ya antes el Nazareno lo había advertido en Marcos 9:23 cuando dijo: “si puedes creer, al que cree todo le es posible.” La pregunta es: ¿somos conscientes de nuestras creencias? ¿Tenemos creencias de riqueza o de pobreza? A juzgar por lo que se ve, la mayoría hemos sido criados con creencias limitantes, las mismas que resultan como pequeñas celdas en las que confinamos nuestro potencial…