Nunca intentes ayudar a alguien a menos que éste esté listo y tenga la voluntad de ser ayudado.
Esto es algo que todos aprendemos finalmente, de la manera difícil.
Hasta que la ayuda sea pedida, hasta que exista la disposición para escuchar, para preguntar y desafiar los viejos patrones, tu intento de ayudar será sentido como manipulación, control y resistencia; como tu problema, tu necesidad, tu lucha, no la de ellos.
Las defensas se van a hacer más fuerte, las posiciones se endurecerán, y acabarás sintiendo frustración, o sintiéndote superior, débil, o roto. Y los roles espejados de “víctima” y “salvador” te harán sentir más desconectado que nunca del otro…