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“Luego se volvió a la mujer y le dijo a Simón: —Mira a esta mujer que está arrodillada aquí. Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para lavarme el polvo de los pies, pero ella los lavó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me saludaste con un beso, pero ella, desde el momento en que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no tuviste la cortesía de ungir mi cabeza con aceite de oliva, pero ella ha ungido mis pies con un perfume exquisito. »Te digo que sus pecados —que son muchos— han sido perdonados, por eso ella me demostró tanto amor; pero una persona a quien se le perdona poco demuestra poco amor. Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados son perdonados». Los hombres que estaban sentados a la mesa se decían entre sí: «¿Quién es este hombre que anda perdonando pecados?». Y Jesús le dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; ve en paz».”
‭‭Lucas‬ ‭7:44-50‬ ‭NTV‬‬

Es fundamental que comprendamos el amor incondicional y el poder de Jesús, para perdonar pecados, no hay nada que lo asombre, como para evitar que pueda rescatar al pecador, este pasaje en particular nos muestra una escena bastante Incomoda para cualquiera, excepto para Él, Jesús fue invitado a la casa de un fariseo, un hombre prestante de la sociedad y estando sentado o recostado a la mesa, según la costumbre de la época, una mujer de la calle, llega y se postra a sus pies, llorando, con las lágrimas le lava sus pies y con sus cabellos los seca, es entonces cuando el fariseo que lo invito, junto con los demás que están a la mesa, establecen un juicio contra Jesús debido a dejar que la mujer lo tocará, pero Él, en lugar de dejar que las circunstancias lo amilanaran, toma su papel preponderante como hijo de Dios, el Salvador del universo, el Mesías y enfrenta la situación, confrontandolos a ellos, con las más mínimas normas de urbanidad, las que por protocolo debia quien invitaba, hacer con sus huéspedes y no las hizo, pero si estuvo listo para juzgar a la mujer, además Jesús le hace entender que debido al arrepentimiento profundo y real, aquella mujer ahora recibía un mayor perdón y por lo tanto podía amar más, ser libre y por cuanto creyó, recibió salvación.

Así pues, podemos entender que Jesús no nos juzgará, humillará o señalará como el mundo lo hace, que Él conoce nuestra condición de pecado y si permitimos que llegue a lo más profundo de nuestro ser, podrá liberarnos, restaurarnos y sanarnos, tanto de lo que hicimos, como de lo que nos hicieron, en algunas ocasiones será necesario hacer un listado y traerlo en oración, delante de Él , hasta que podamos ir tachando cada cosa escrita alli, permitamos pues que el Espíritu Santo, llegue a nuestro interior, sin impedimento, para que pueda, perdonar, sanar y restaurar nuestro ser interior, en el nombre de Jesús, amén.
Muchas bendiciones.

Pastor Diego Ospina.