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Revolución (Parte 1) Juan Carlos Parra. Primer mensaje de dos, con el tema de la revolución de Jesús, en el campamento de Oxigenados (2023).

Revolución 1

Ellos no sabían que lo que estaban viviendo era un despertar espiritual (años 60 y 70) EE.UU. Fue toda una revolución.

- 1966- Dios está muerto (potada icónica del Time, sin imagen)
- 21 de junio de 1971: “The Jesus revoltion”

El viernes 24 de febrero, esa película, titulada simplemente “Jesus Revolution”, finalmente llega a los cines.

Mientras que el artículo de Time analizaba el panorama general del movimiento de Jesús en todo el país, la película hace zoom en un pequeño fragmento sobre cómo un pastor del Condado de Orange que había recibido a jóvenes creyentes en su congregación estaba bautizando a cientos de jóvenes en las aguas de una playa de Newport.

Algunos de los personajes de la vida real de la película son nombres familiares en la cultura cristiana y del sur de California. Chuck Smith, interpretado en la película por Kelsey Grammar, era el pastor de mayor edad de Calvary Chapel, mientras que Lonnie Frisbee, el joven y carismático hippie amante de Jesús interpretado por Jonathan Roumie, era el hippie convertido en evangelista que realizó las primeras inmersiones junto al mar de nuevos conversos.

Greg Laurie, interpretado por Joel Courtney de la franquicia "Kissing Booth" de Netflix, era un adolescente de Newport Beach que pasó de la contracultura a la iglesia, antes de lanzar su propia Harvest Christian Fellowship en Riverside. Gran parte de la película se cuenta a través de los ojos de Laurie.

He entendido algo tras estudiar ese despertar y ver la película: si hay una revolución de Jesús habrá amor real y tendrán protagonismo los jóvenes. Otra cosa: fue un mover de adoración; nació la música contemporánea. Una forma de conectarse con Dios en un lenguaje musical actual.

La revolución en el tiempo de los hippies: Su búsqueda de Dios y la verdad a través de la droga. La droga de hoy está en las pantallas (ahí están los viajes en búsqueda de otro mundo que llene el vacío). Hasta que te conectas con Dios (su poder y su amor y su propósito).

LO AUTÉNTICO:
verdadera amistad, verdadera paz, verdadero amor y verdadera identidad

¿Por qué redefinir todo? Por estar cansados de algo que no sacia UNA REVOLUCIÓN SEXUAL Y DE IDENTIDAD actualmente.

Observo paralelismos entre la sociedad americana de los 60 y 70 y nuestro mundo hoy. Fue aquel un tiempo marcado por los cambios generalizados de las estructuras. Los valores tradicionales de la familia americana habían entrado en crisis con la generalización del divorcio, una ruptura entre la cultura juvenil y la Iglesia tradicional, la carrera armamentística de la Guerra Fría, los conflictos raciales, el auge del consumo de droga, etcétera. Hoy presenciamos un intento de redefinición también, pero de la identidad y de la familia o la sexualidad. Toda una revolución que, lejos de producir progreso, nos deja sumidos en la confusión y el vacío interior.

La revolución en el tiempo de los hippies tuvo de fondo que los jóvenes buscaban a Dios y la verdad a través de la droga. La droga de hoy está en las pantallas de los teléfonos, las tabletas, los PC y las Smart Tv. Aquellos se embarcaban en viajes psicodélicos por LSD; hoy los viajes en búsqueda de otro mundo que llene el vacío son con videojuegos, redes sociales o películas. Pero es una tragedia similar: el hambre de lo auténtico (verdadera amistad, verdadera paz, verdadero amor y verdadera identidad), que no será saciada hasta conectarnos con nuestro Creador y redescubrir en Dios su amor por nosotros y nuestro valor esencial y propósito en su plan. ¿Por qué el ser humano sigue queriendo redefinirlo todo? Por estar cansados de algo que no sacia.

Diría el profeta Jeremías, “ha perecido la verdad, ha sido cortada de su boca” (Jeremías 7:28). Pero ¿por qué llega a decir eso de Israel? Porque era una “nación que no escuchó la voz del Señor su Dios ni aceptó corrección”. ¿No es una radiografía de todas las naciones en el presente?

Otro profeta de las letras, Pío Baroja8, escribió en su obra Las veleidades de la Fortuna: “La revolución es una época para histriones. Todos los gritos sirven, todas las necedades tienen valor, todos los pedantes alcanzan un pedestal...”. Y lo dijo sin acceso a TikTok, Instagram, Facebook, YouTube o cualquier televisión en abierto. Se respira aire de revolución, pero los aromas que transporta el cambio que propone el hombre posmoderno apestan como carne putrefacta o intoxican como el humo de una guerra. Es urgente que Jesús genere de nuevo su revolución, como lo hiciera en aquel contexto entre los jóvenes norteamericanos, con un despertar que ganó la salvación de miles de hippies, quienes dejaron la droga y el sexo libre por la adoración y los principios de la Biblia. Algo tan sonado y llamativo que en cinco años la portada del Time9 pasó de preguntarse “¿Dios está muerto?” en 1966, a declarar “Jesus Revolution”, el 21 de junio de 1971, constatando el regreso de la figura de Jesús “entre los hijos de las flores”10.

El concepto revolución

Revolución implica cambio violento. Es una palabra que nos llega del latín tardío, revolutio, una vuelta o un cambio. Nos deja la idea de la acción y efecto de provocar un cambio radical o de dar la vuelta a algo.

Una de las acepciones del DRAE es esa, cambio rápido y profundo en cualquier cosa. Es un cambio o transformación radical respecto al pasado inmediato. Implica violencia normalmente

Jesús vino a traer una revolución
Si hace falta una revolución es porque lo anterior ya no sirve o no es bueno.

No menosprecies las pequeñeces

Jesús no vino a remendar la religión judía ni a acomodar una nueva espiritualidad en el contexto fariseo y saduceo. Su nacimiento humilde fue el comienzo de una revolución del odre en sí (Mateo 9:17) haciéndolo todo nuevo. Jesús de Nazaret no trajo un nuevo mundo, pero sí una nueva creación en cada uno de los que creemos en él. No suplantó los gobiernos políticos y religiosos, pero el reino que se entrona en una familia es levadura que transforma la sociedad (Mateo 13:33). La pequeña semilla de mostaza de la Palabra de Dios tiene tal poder revolucionario que no reforma o parchea al hombre, sino que lo hace renacer en un nuevo hombre (Efesios 2:15,24 y Juan 3:7) que podrá conquistar las bendiciones del Cielo y plantarlas en la Tierra: justicia, verdad, humildad, solidaridad, honor, perdón, paz... Eso sí que es evolución.

JESÚS TRAÍA UNA REVOLUCIÓN Y MUCHOS NO ENTRARON...

Lucas 7:24-35
24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 25 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están. 26 Mas ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 27 Este es de quien está escrito:
He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti.
28 Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. 29 Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. 30 Mas los fariseos y los intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan.

31 Y dijo el Señor: ¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? 32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 35 Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Revolución tiene un componente de rebeldía y frustración (Rev Francesa o mexicana) y de evolución (Rev industrial).

Un llamado a ser revolucionarios. ¿Qué deberíamos cambiar en nuestras vidas? Hartazgo, desesperación; abrirnos al cambio; anhelarlo con urgencia...

¿Cuándo me ha revolucionado el Señor?

En un campamento de jóvenes el Señor me revolucionó con el bautismo del Espíritu Santo.

Necesitamos una revolución personal: un cambio profundo y violento, rápido, que nos meta en un mover de Dios, una evolución.

Las revoluciones de mi vida

1- Nicodemo y la revolución de nacer de nuevo

2- Joven rico y la revolución del llamado

3- Endemoniado y la revolución de la libertad

4- María Magdalena y la revolución de la santidad

5- Aposento Alto y la revolución del bautismo del Espíritu

6- Pedro y la revolución de las misiones

7- Pablo y la revolución del señorío de Cristo

El enemigo de la revolución es la duda (el doble ánimo):

Necesitamos nuevas revoluciones (el Espíritu lo quiere provocar y está llamando a revolucionarios); pero hay un precio que pagar, siempre hay algo que debes dejar o estar dispuesto a cambiar…

Algo simbólico: Acán, algo hay que dejar, algo hay que dar por perdido, algo hay que sacar del campamento.

Otra cosa que sé por propia experiencia, y así me lo enseña la Escritura, es que en toda revolución hay algo que debemos sacrificar. Quizás debemos dejar una forma o un formato. Probablemente habrá que sacar algún Acán del campamento de nuestro corazón. Quizás perder el miedo a lo nuevo o vencer el orgullo de “esos no me pueden enseñar a mí”. Habrá un precio que pagar si queremos revolución espiritual. ¿Salir de nuestra comodidad? ¿Reenfocar nuestra vida o llamado? ¿Aferrarnos al Señor en oración y no soltarlo hasta que nos bendiga?

Algo de esto captó el teólogo suizo Adolf Keller11 al escribir, “La revolución debe tener algo que quemar que anteriormente haya sido adorado”. ¿Cuántas iglesias no han podido entrar en una revolución espiritual necesaria para su tiempo por estar aferradas a una estructura o tradición, liturgia o intereses humanos?

Camiseta o piedra y que escriban. En la primera sesión que lo busquen.

JOEL 3:21
Un llamado a ser revolucionarios.

¿Qué deberíamos cambiar en nuestras vidas? Hartazgo, desesperación; abrirnos al cambio; anhelarlo con urgencia...

Ahora bien, lo revolucionario de ser cristiano inicia con un sentimiento de hartazgo hacia nosotros mismos. “Algo debe cambiar en mí”, nos decimos; o “Mi familia necesita una transformación con urgencia”. De esta forma, lo más importante para nuestra propia revolución es anhelarla y abrirnos al Espíritu de Dios, quien es el principal agente revolucionario.